-¿Tú crees? A veces solo tenemos que ser maduros en situaciones necesarias, es decir,
todos podemos tener nuestro niño interior y sacarlo de vez en cuando-. Ambos se
quedaron reflexionando sobre eso y a los pocos segundos empezaron a reírse.
-Todos podemos tener nuestro niño interior y sacarlo de vez en cuando-. Imitó Alex al
chico mientras se reía sin parar- Que filosófico todo por favor, no conocía esa faceta de ti-
. Y volvió a reírse.
Hora de irse, Esteban y su familia se fueron de allí bastante agotados, había sido un día
muy agotador, aunque no se podían quejar, lo habían pasado realmente bien.
3 meses después…
El curso había acabado, por lo que eso significaba que Esteban, que estaba en segundo
de bachillerato, se iría a la universidad y ya no tendría esas pequeñas peleas o pequeñas
bromas con Alex, lo iba a echar de menos. Y pensar que todo empezó siendo caótico y
por un simple choque en el pasillo de idiomas… Esteban empezó a sentir ciertas cosas
por ese chico cuatro años más pequeño que él.
Alex, por su parte, iba a pasar a cuarto de la ESO, lo aprobó todo con notables y
sobresalientes y se sentía muy orgulloso de ello. Aunque, por otro lado, él también iba a
echar mucho de menos a Esteban, lo había empezado a querer, aunque, ¿Cómo amigo o
tal vez como algo más?
5 años más tarde…
Alex y Esteban no se volvieron a ver más ni volvieron a hablar. Alex estaba ya en su
segundo año de universidad y Esteban era el jefe de su pequeña empresa. Un día, ambos
coincidieron en una cafetería cerca de la universidad y cerca de la empresa. Ambos
habían estado durante esos cinco años en varias relaciones, habían tenido novias y
novios. En efecto, ambos optaron más por la segunda opción. Confirmaron que eran
homosexuales.
-Hola, ¿qué desean?-. Preguntaron las camareras de la cafetería a ambos chicos.
-Un café con leche y Carmelo por favor-. Contestaron ambos a la vez
-¿Alex?- Preguntó Esteban mirando detenidamente a aquel chico de melena corta y rubia
-¿Esteban?- Preguntó Alex a la vez..- ¿De verdad eres tú?- El chico solo pudo asentir-.
Como has cambiado, mírate.
-¿Y tú qué? Estás muy cambiado. Ya no pareces ni de lejos un niño.- Alex solo sonreía y
agachaba la mirada para evitar que le viera sonrojarse.
-Voy a llegar tarde a la universidad, toma- Alex apuntó en un papel su número de teléfono
y se lo dio al otro chico- Llámame un día de estos y me cuentas qué tal te ha ido estos
cinco años. Hasta luego.- Esteban, aún algo impresionado, cogió el papel y se despidió
del chico.
Al día siguiente, Esteban no dudó ni un segundo en llamar a su amigo y quedar ese día
por la tarde para hablar y conocer como les ha ido la vida y Alex no dudó ni un momento.
Esa misma tarde, esos sentimientos olvidados del pasado, volvieron a nacer en cada uno