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CATEGORÍA E

Segundo Premio Narrativa

Título: Una prodigiosa invención

Autor: Francisco Javier López Villanueva

Imagínate por un momento un mundo militar, donde no exista la comunicación entre

humanos de distinta raza y la guerra sea la única manera posible para expresar el

desacuerdo, ese es mi mundo. Hace 47 años toda la vida humana existente se vio

sometida a participar en una gran guerra donde esas eran las reglas. Pero voy a dejar de

contaros calamidades y os voy a contar mi historia, a veces feliz y otras veces triste, pero

una historia al fin y al cabo. Mi nombre es Javi y tengo 15 años. Tengo todo lo necesario

para vivir y permitirme ser feliz: un lugar donde vivir y una buena familia. Pero yo deseo

una cosa más, conocer. Conocer el mundo, sus lenguas, su historia… Desgraciadamente,

todo eso es imposible, al ser humano solo le importan sus opiniones y deseos y es capaz

de hacer cualquier cosa para conseguirlos. Este fue el motivo por el que la guerra

comenzó, ¡la gente se había vuelto tan egoísta y codiciosa que era incapaz de

comunicarse para conseguir un acuerdo! Ellos solo perseguían sus objetivos sin

importarles los medios a los que tuviesen que recurrir para alcanzarlos. ¿Que cuáles eran

esos objetivos? Sí eso es lo que deseas saber de esta historia, deja de leer porque nunca

lo contaré, eso no importa. Pero si quieres descubrir el verdadero final permanece

conmigo, porque puede que te guste mucho.

Como todos los días, yo solo iba caminando por la calle tratando de avistar cualquier

ataque enemigo posible para avisar a mi pueblo en caso de peligro. De repente, mi pie

chocó con algo entre los escombros de un viejo instituto y caí al suelo. Cuando me

levanté vislumbré en el suelo una extraña caja rectangular con forma de muñeco de nieve

de madera. Decidí sacarla de allí pues parecía valiosa y pude aprender más sobre ese

curioso objeto, tenía un agujero totalmente circular que dejaba ver el interior de la caja y

poseía al final de esta un pequeño mástil donde iban enganchadas 6 cuerdas que

descendían, atravesando el pequeño agujero circular, hasta la caja la cual también

sostenía las cuerdas. Froté suavemente mi mano por las cuerdas y un agradable sonido

resonó en el aire. Decidí llevarme ese objeto que, repentinamente, se había vuelto en algo

muy valioso para mí aunque desconocía la razón. Día tras día salía a la calle con ese

instrumento sin que lo vieran mis padres y me alejaba de la ciudad para poder aprender

más sobre él. ¡Incluso llegué a descubrir nuevos y distintos sonidos conforme apoyaba

ligeramente mis dedos sobre las distintas cuerdas que atravesaban el pequeño mástil!

Aquel arte me iba gustando cada vez más y, tras varias semanas, llegó el día en el que

decidí contarles a mis padres, llamados Laura y David, mi secreto. Pero ellos no lo vieron

con buenos ojos.

-¡¿Solo sirve para hacer ruido?! –contestó mi padre.

-¡¿Cómo nos ayudaría eso a ganar la guerra?! –me reprochó mi madre.

-¡No todo consiste en la guerra! –les dije decepcionado-. Al menos dejadme conservarlo.

Las guardias por la ciudad son muy aburridas…

Afortunadamente consintieron que lo conservase tras revisar treinta y siete veces que no

contuviese ningún localizador, bomba o dispositivo espía en su interior.

Pasaron los meses y la ciudad parecía seguir totalmente igual pero no era así. La guerra