comenzó a trabajar lo más rápido que pudo para arreglar la guitarra lo antes posible.
Diez minutos más tarde Soledad había terminado de reparar la guitarra. A pesar de que
solo había usado pegamento para unir las pequeñas piezas el instrumento parecía nuevo
y estable. Lo agarré mientras le daba las gracias a Soledad y corrí rápidamente hacia el
frente enemigo antes de que comenzasen a masacrar la ciudad.
Me situé bastantes metros alejado de ellos y comencé a transmitirles mi melodía a la cual
había llamado como ―Una prodigiosa invención‖, en honor a la guitarra. Al principio, varios
soldados comenzaron a apuntarme con sus armas pero, de repente, su general hizo un
gesto para que todos bajaran las armas y, según entendí yo, les comunicó a los aviones
en un extraño idioma que se detuviesen. La melodía comenzó a sonar en el aire y los
soldados, extrañados, se preguntaban que objeto era aquel para poder liberar tan bello
sonido en un mundo donde ya solo se escuchaba el eco de las bombas. Uno tras otro
comenzaba a acercarse para escuchar mejor la melodía, transmitía un sentimiento triste,
pero cargado de esperanza. Todos habían dejado su orgullo a un lado por un momento y
se habían detenido a escuchar lo que un pequeño niño de 15 años pensaba de todo
aquello. ¡Era increíble! ¡Nunca nadie había escuchado un sonido tan bello como aquel!
¡Incluso la gente del pueblo comenzó a salir de sus escondites y hogares para escuchar la
música! Entonces todos comenzaron a hablar:
-¿Por qué tenemos que pelear para conseguir los deseos de un señor que no
conocemos? –decían unos.
-¡Qué bonito es poder compartir un mismo gusto en común y escuchar los gustos de
otros! –decían.
-¡Ese niño está loco! ¡Es un brujo! –decía alguna persona. Aunque más tarde estas
comenzaron a entender lo que ocurría realmente.
Los soldados habían soltado sus armas para detenerse a escuchar los sentimientos de mi
pueblo, ¡los cuales eran exactamente iguales a los suyos! Y, poco a poco, la guerra
comenzó a detener su avance y todos, a través de distintos medios, poder escucharse
unos a otros a la vez que eran escuchados.