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por completo. Creo, en confianza, que intenta deslumbrar al chico que trabaja en la

biblioteca, y bueno no sé, es tan reservado, tan misterioso, y encima debe ser tan culto;

pero... ¿quién sabe? Puede que lo consiga... Si acaso no, tampoco se tendrá que

preocupar, porque yo estaré ahí para consolarla.

III: CLARA

Soy Clara, y para resumir diré que tengo treinta y nueve años y no tengo donde caerme

muerta. Me han echado de mi trabajo, el de toda la vida, injustamente, sólo por decir lo

que pienso, y me han querido callar la boca con una cochina indemnización para que

alguien con menos méritos ocupe mi puesto. Por si eso fuera poco las dos personas con

las que comparto el alquiler de mi casa han decidido solidarizarse conmigo y han dejado

sus respectivos empleos en señal de protesta. Ahora me siento con la obligación moral de

corresponderles y menos que nunca las puedo abandonar en la adversidad.

La verdad es que Chelo me alivia las penas, pero la ingenua de Candi... ¡me puede! Cree

que de ilusión también se vive y allí estamos Chelo y yo fomentando su parvulez. Nos

hemos trasladado, literalmente, a la biblioteca y sólo porque a ella se le ha antojado.

¿Qué voy a hacer? Pues... ponerme a estudiar como loca. Tendré que seguir

formándome, y voy a luchar, no ya por recuperar mi empleo, sino por evolucionar.

He de reconocer que aquí no se está mal... ¿qué demonios? Me encuentro muy agusto,

deben ser las buenas vibraciones del lugar; o la lectura, que me está resultando la mejor

terapia. Estoy de mejor humor, tanto que casi ni me he molestado en contrariar a Candi

ahora que se ha obsesionado con escribir una novela. ¡Si ella solita se va a caer de la

burra! Además que por mucho diga, Chelo siempre me gana la batalla. Empieza a

argumentar que si el no, ya lo tiene; que no pierde nada por intentarlo; que si le falta

aptitud le sobra actitud, que tiene herramientas físicas para hacerlo... y ya para rematar

que si tanto me cuesta seguirle un poco la corriente.

¡Me he rendido! Tampoco es que yo esté muy puesta en la rama lingüística;que como

mucho la podré orientar o dar mi opinión personal; no obstante, aquí me tienen, en pleno

proceso de descubrimiento de un nuevo talento de la literatura castellana.

Ella sigue adelante contra todos mis pronósticos y encima no lo hace tan mal. El título por

ejemplo me ha descolocado; esperaba algo más de su estilo, ¿qué se yo?

La princesa y

el guardián

; pero lo de

Toda

, cuando lo he visto me ha evocado al primer Premio Nadal de

1945 y me ha parecido cuanto menos paradójico. Si

Nada

, de Carmen Laforet, fue

merecedora del premio literario más antiguo de este país; imagínense

Toda

en lo que

puede llegar a convertirse... Sé que es absurdo, y perdónenme el atrevimiento, pero

viniendo de Candi me ha resultado muy gracioso; es tan ingenua; pero ahí no queda la

cosa, y es que, la narración también me está sorprendiendo, tanto que a veces pienso si

en realidad Candi es tonta o se lo hace. Está contada en primera persona; la protagonista

es una mujer culta y rica venida a menos, que ha enloquecido de tanto leer ¿una hidalga

caballera? Pues algo así, pero a lomos de una bicicleta que en ocasiones deviene a

unicornio; que lucha por las libertades individuales denunciando las injusticias sociales de

su tiempo, en un movimiento más cercano al romanticismo que al sentimentalismo. ¿Qué

quieren que les diga? No me lo esperaba, si hasta me he sentido identificada. Es como si

todo lo que he defendido estos años no hubiese caído en saco roto, como si la historia me

perteneciese tanto como a ella.

Debo decir, en su defensa que no hay nada de pretencioso en su cometido; se ha

propuesto cumplir un sueño y me está dando una lección.

Puede que lo que sí haya sea algo de instinto maternal no satisfecho, o quizás un instinto

de supervivencia, como si al dejar algo escrito no llegásemos a desaparecer ¿me explico?

Mientras haya alguien que nos lea, seguiremos existiendo. Es bonito ¿verdad?