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-¡Por ahí viene nuestro guardián! - les digo en voz baja para que él no nos oiga; y las tres

reímos en silencio, con picardía. Se pone colorado y apenas ni nos mira, pero sabe que

estamos ahí.

En cuanto se mete detrás del mostrador, entramos disimulando el entusiasmo que nos

produce volver a vivir en el paraíso de los tomos y las letras, de hojas y lomos, nuestro

hogar... y volvemos al trabajo sin rechistar, como alumnas obstinadas es superar al

maestro. Y él se pone a leer también, y no vuelve a levantar la vista hasta que llega algún

visitante que requiere de sus servicios. Atiende a todos con amabilidad, aunque le fastidie

que lo interrumpan, porque yo se lo noto, pero es incapaz de hacer una mala cara o

incomodar a alguien. Me encantaría hablarle..., impresionarle..., o mucho mejor, me

encantaría que leyese algo que yo haya escrito.

II: CONSUELO

Me llamo María del Consuelo, Chelo para los amigos. Que no son muchos la verdad,

aunque, eso ¿qué importa? Yo soy de las de mejor sola que mal acompañada, pero es

que encima no estoy sola. Nunca me he sentido así. Vivo con dos mujeres maravillosas a

las que adoro y entre las tres formamos un extraño tándem realidad-fantasía en cuyo

punto intermedio me encuentro yo.

Hace un tiempo que las tres nos quedamos sin trabajo, y desde entonces nuestras vidas

han dado un giro inesperado, aunque yo diría que positivo. Las cosas pasan porque

tienen que pasar, porque probablemente algo mejor nos depara el destino. Clara lo llevó

muy mal al principio, una persona como ella, tan perspicaz, tan aguda e ingeniosa, no se

mereció el despido, pero yo le digo que no se haga mala sangre, que no fue por falta de

cualidades ni nada parecido; que las personas tan transparentes como ella suelen asustar

a los demás. Candi y yo no tuvimos dudas y le mostramos todo nuestro apoyo; como no

quiero que se sienta en deuda, intento convencerla de que esto es incondicional y que

en realidad nos necesitamos las tres por igual.

Somos una piña, vamos juntas a todas partes, y Candi que es un tesoro, nos ha

arrastrado a su inocente mundo de ficción y nos ha devuelto la ilusión. Ella hace las cosas

sin darse cuenta, pero tiene algo mágico, milagroso, que es capaz de transformar la

realidad.

Para empezar se le ocurrió lo de leer todos los libros de la biblioteca, ¿nunca han

fantaseado con esa posibilidad? Pues me dije ¿por qué no? Y nos hemos aplicado el

¡divide y vencerás! Que entre las dos será mucho más fácil, y sobre todo más rápido; así

que mientras ella lee unos títulos, yo le voy adelantando trabajo con otros. Ahora estoy tan

deleitada que paso las horas devorando libros, y como las palabras no tienen calorías

superfluas por fin he conseguido perder peso. He sustituido mi antiguo apetito voraz por

una insaciable sed de conocimientos. Candi dice que estoy estupenda, y creo que tiene

razón; yo que parecía la mayor de las tres, si hasta me echaba siempre algún año de más

para conformarme; ¡pues tendrían que verme ahora!

Por otro lado está lo del refugio ¿se les ocurre mejor cobijo que la biblioteca? A mí no. Esa

ha sido la idea más práctica que ha podido tener; y es que pasamos tantas horas fuera de

casa que hemos reducido al mínimo nuestros gastos de supervivencia doméstica, que

eran los que más quebraderos nos daban; me he puesto a calcular y si consiguiésemos

quitarnos el alquiler del piso de encima podríamos vivir holgadamente durante varios

años; ¡y haciendo lo que más nos gusta!

Candi se ha propuesto escribir. Lo está haciendo francamente bien, así que mi labor es

básicamente la de alimentar su confianza, reforzarla, y animarla a continuar. De vez en

cuando le busco algún dato que le pueda ser de utilidad. Va a ser una historia preciosa,

con mucho amor, pureza y mucha fabulación. La ha titulado Toda, y a mi me ha parecido

muy acertado porque así es exactamente como se está dando, su esencia por entero y