-Cuida a tu madre, no te separes nunca de ella, es la mujer más maravillosa que he
conocido, no dejes que nadie le haga daño. Te quiero, hija-
Se te están cerrando los ojos poco a poco y conforme los cierras te estás poniendo más
pálido aún. ¿Qué te pasa? A mamá han empezado a cristalizarse los ojos y sin saber por
qué, a mí también. Papá, por favor, necesito que te despiertes. No me dejes ahora que
habías vuelto, por favor.
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Querido papá:
Esta es mi carta de despedida. La verdad, nunca se me ha dado bien eso de las
despedidas, ni se me dará bien. A pesar de que sepa que nunca vas a poder leer esta
carta, quiero decirte que nunca dejaré de quererte. Me hubiera gustado saber por qué te
fuiste y te alejaste de tu familia, pero eso ya no importa, porque ahora te has ido, de
verdad, para siempre. Me alegro de que las últimas palabras que te oí decir fueran: Te
quiero, hija. No todas las personas tienen la oportunidad de despedirse de aquellas
personas a la que se quiere.
Papá, gracias por enseñarme a andar y a hablar. Gracias por jugar conmigo cuando me
sentía sola o cuando imitabas a un pavo por la calle cuando estaba enfadada o triste.
Gracias por enseñarme todas esas lecciones de vida que me han ido abriendo caminos
durante mi corto recorrido.
Aunque tú no lo sepas, me has enseñado más cosas de las que te imaginas, como por
ejemplo, me has enseñado, que a pesar de las circunstancias, de los problemas o de las
distancias, nunca hay que rendirse. Durante todo este tiempo he querido volver a verte y
aunque no haya acabado bien, al menos se ha cumplido…
Gracias papá por todo lo que hemos pasado. Siempre que mire al cielo estrellado,
recordaré las palabras que una vez me dijiste: “Cada una de las estrellas que ves en el
cielo, es el alma de una persona querida. Cuando yo me vaya, quiero que mires al cielo, y
quiero que mires a aquella estrella tan brillante de allí, allí, se guardará mi alma, la cual
estará llena de recuerdos de tu sonrisa”.
Te quiero, papá.
Att: La hija que nunca te olvidará.