La sexta era de color rosa, cada vez eran más grandes y más difíciles. En ésta,
terriblemente tuve que hacer el bobo.
La séptima y última prueba de cortinas, ésta era una gran cortina gigante de color rojo.
Había una multitud de gente mirándome, no sabría si sería capaz de hacerlo y salir de allí.
De repente mi autoestima fue bajando y pensé que no sería capaz de hacerlo, necesitaba
un empujoncito a la victoria, asi que cerré los ojos y me concentré, me dí ánimos y sin
pensarlo más, salí de la cortina. Al principio estaba un poco cortado, asi que cerré los ojos
e hice lo primero que se me pasó por la cabeza. Empecé a cantar una canción que me
enseñaron en un campamento e insistí en que el público la cantara conmigo. Al principio
sólo se oía un murmullo de fondo, así que de repente se levanto la ardilla y empezó a
cantar conmigo. Más tarde, los demás se unieron y acabó siendo un éxito, todos
aplaudían. Entonces empecé a sentir esa cosa extraña dentro de mi. Todas las cortinas se
unieron y empezó a formarse un agujero que me tragó y me llevó de vuelta al camino de
las monedas. Las intente recoger y si que se podía, así que las cogí todas y me fuí de
vuelta a mi casa.
Bueno, y así acaba la historia de mi último día de verano.
¿A qué os ha gustado?
Es que molo.
Bueno, si me pasa algo interesante el verano que viene, ya os lo contaré.